domingo, 13 de diciembre de 2009

La única solución al caso de los Cinco es que sean liberados
Valoraciones de William Norris, abogado de Ramón

Deisy Francis Mexidor, especial para Granma

Francis_mexidor@granma.cip.cu
Al salir de la Corte, William Norris dijo que "aunque no es lo que deseamos", estamos algo satisfechos, pues se le redujo la sentencia a Ramón Labañino Salazar, uno de los cinco Héroes cubanos que permanecen en injusta prisión en cárceles de Estados Unidos hace ya más de 11 años.
Integrante del equipo legal de los Cinco antiterroristas y representante de Ramón, Norris accedió a una breve valoración acerca de la audiencia de resentencia efectuada aquí el pasado martes.
Señaló que esta nueva sentencia constituye un resultado parcial en el caso, "porque nos permite ahora establecer, al menos, una fecha fija en la cual ya Ramón podrá obtener su libertad y regresar al seno de su familia en Cuba, pero también le posibilitará terminar de cumplir su condena en una categoría de prisión que no sea de máxima seguridad".
Sin embargo, refiere el jurista que "debemos continuar trabajando" para lograr que el gobierno estadounidense dé una solución definitiva a la causa de los Cinco, y la única solución es que sean liberados.
Particularmente enfatizó que los 30 años (la condena aplicada a Labañino Salazar en sustitución de la cadena perpetua más 18 años), "sigue siendo una pena excesiva".
Mientras, expresó su seguridad en que el equipo de la Defensa enfocará sus próximos esfuerzos en Gerardo Hernández Nordelo (dos perpetuas y 15 años) "porque es la mayor injusticia en todo este caso".
Preguntado sobre sus experiencias a lo largo de todo el proceso de los Cinco, Norris afirmó que ha sido algo extraordinario. "Le dije a la Jueza desde el inicio del proceso que Ramón Labañino es de lo mejor y más inteligente que ha producido Cuba", y acotó: "Me duele que sea tratado como un criminal, cuando es un hombre excepcional".
Al escuchar al abogado vuelve su imagen a mi mente: la de su estatura inmensa y la firmeza en las respuestas a cada una de las preguntas que le hiciera Joan Lenard en medio del hermetismo de una sala a la que jamás debieron ser llevados ni él ni sus compañeros.

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